Tradicionalmente, las células (compuestas por más del 85% de agua) eran congeladas lentamente, lo que generaba cristales de hielo que dañaban la estructura celular. Con la vitrificación, se enfrían a velocidades cercanas a los -23,000 grados por minuto, evitando la formación de cristales y generando una estructura vítrea que preserva la célula.
Las tasas de embarazo con embriones vitrificados son elevadas y, en algunos casos, superiores a los obtenidos con embriones frescos en tratamientos de alta complejidad.